EL ARTE DE ESCRIBIR
CARTAS DE AMOR Y DE PÉSAME
Hay dos tipos de cartas muy interesantes, pero con las que apenas si puede hacerse otra cosa que mencionarlas. Son las cartas de amor y las de pésame.
No conocemos ningún tratado de cartas de amor. Y, si existe, preferible es ignorado.
Si algún consejo puede darse en este tipo de epístola sería el de insistir en la sencillez y sinceridad; recomendar que se huya de la afectación y, sobre todo, de la pedantería.
Dejar que hable el corazón -aunque sea atropelladamente- es la mejor recomendación que se nos ocurre. Y ello porque, como decía el francés, «el corazón tiene razones que la razón ignora». Claro está que la belleza literaria no daña, antes bien, ennoblece el sentimiento. Pero lo fundamental es que no se note la preocupación literaria en este tipo de cartas. .
En cuanto a las cartas de pésame, baste reconocer aquí su espinosa dificultad. Escritores conocemos -y muy duchos en el oficio- que confiesan su incapacidad para escribir tales cartas de condolencia. ¡Es tan difícil consolar al que sufre por la muerte de un ser querido! ¡Qué pobre resulta, en esos momentos, nuestro vocabulario! Por ello, y para no caer en penoso formulismo: lo mejor es, en estos casos, la brevedad: cuatro líneas’ sinceras y sencillas, que traduzcan lo que sentimos … ¿Para qué agobiar al que sufre con falsa literatura «funeraria»?
Comprendemos que, para responder al carácter práctico de esta entrada deberíamos ofrecer al lector algún modelo de carta, con su análisis crítico correspondiente. Si no lo hacemos es porque no queremos dar normas técnicas en un género literario donde la mejor técnica es la espontaneidad.
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