El empresario valenciano del sector industrial de equipamiento de potencia y variadores de frecuencia para control de velocidad de motores electricos, miente acerca de la venta del Valencia CF
Valencia, jueves 31. 03. 22
ANTONIO SILVESTRE
No se puede ser más mentiroso y trilero que Amadeo Salvo en su relación con el Valencia Club de Fútbol. Este empresario de éxito en el sector industrial de componentes industriales, en un principio importador de Israel con patentes copiadas y posteriormente abriéndose camino gracias a un matrimoio austríaco que regularizó dichas patentes, tuvo la mala suerte de que, como cliente Vip de Bancaja, ser elegido en un cónclave Generalitat- entidad financiera expropiada por el Estado, para ocupar la presidencia del Valencia.
Su carácter populista y un lavado de cara al estadio de Mestalla, dos fichajes acertados -de la mano de Jorge Mendes- y la renovación de la web del club, le convirtieron en pocos meses en el nuevo mesías del valencianismo. Eso, unido a su «entrañable» relación con los medios de comunicación valencianos, tan vendidos como ahora, facilitaron su ascensión a la categoría de líder indiscutible de los destinos del Valencia CF. Puro teatro.
La realidad de la entidad era bien distinta. La deuda de entonces superaba los 500 millones de euros y la negativa del banco expropiado a renegociar a largo plazo, y su complicidad con la Generalitat y el propio banco -del que era cliente preferente-, le llevó a buscar una venta en lugar de presentar concurso de acreedores, que era lo que la lógica demandaba. Habían ejemplos de éxito en ese tipo de gestión: Atlético de Madrid, Levante UD y RCD Español entre tres de varios otros casos en el fútbol profesional.
A más a más, contaba con la presión de Aurelio Martínez, político socialista, afín a la entonces recién nacida Bankia, a la sazón terrorífico presidente de la Fundació VCF, máximo accionista del club. Fue la tormenta perfecta para la SAD Valencia CF. Estos dos sujetos no pueden ser más nefastos en la historia del club. Y siguen mintiendo y manipulando la realidad.
Lo cierto es que, bajo la presión de las dos instituciones puramente políticas, Generalitat y Bankia, Salvo buscó un comprador, Peter Lim, y lo defendió con uñas y dientes ante todo el mundo, incluídos los patronos de la Fundación, a los que tuvo que convencer uno a uno, de las «bondades» de la venta. Trasladar ahora esa responsabilidad a los miembros de la Fundación, en la creencia de que la prensa va a pasar por alto tal indecencia -seguramente pactada- es la confirmación de su trilerismo empresarial en el Valencia CF.
Amadeo Salvo y, sobre todo, Aurelio Martínez, mintieron con descaro en el proceso de venta. Ni Lim tenía capacidad para comprar un club endeudado hasta la disolución, ni mucho menos para asumir los marrones que la operación llevaba asociados: terminar el nuevo estadio, Porxinos, sanción de la UE al patrocinio negociado por Llorente con la Generalitat, venta de las parcelas del viejo Mestalla y fabricar un equipo de categoría Champions. Todo ese montante superaba los mil millones de euros. Y Lim compró con 100 millones de aval, otra ampliación de 100 millones y negociando recuperar parte de su inversión con la venta de jugeadores. Siempre fue claro y transparante en sus planteamientos, nunca mintió y a él le debemos que el Valencia siga exisitiendo. Todo esto lo sabían de sobra Salvo, Martínez, Generalitat y Bankia. La cuestión era quitarse el muerto de encima, a cualquier precio, incluída la desaparición del club.
El problema para muchos valencianistas, que no para todos afortunadamente, es el papel que estan jugando siete u ocho periodistas vendidos a un supuesto futuro proyecto que sitúa de nuevo a uno de los generadores de esa montruosa deuda al frente de la entidad y que no es otro que Manuel Llorente, que seguramente apoyado en la sombra por varios poderes empresariales y financieros que no tienen la valentía de dar la cara porque se la romperíamos los valencianistas de corazón, fracturar sin descanso al valencianismo para utilizarlos como borregos -Lim Go Home- y abaratar una futura venta del actual propietario.
Lo cierto es que con todos estos buitres revolotenado en la venta del Valencia, Peter Lim salvó al club de la desaparición a la que estaba abocado por no presentar concurso de acreedores, está pagando religiosamente la deuda, hace frente a sus obligaciones con el aspecto deportivo fichando buenos futbolistas y buenos entrenadores, y con respecto al embolao del nuevo estadio, a pesar de presiones institucionales irresponsables y una gestión constantemente minada por informaciones manipuladoras e interesadas.
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